miércoles, 21 de octubre de 2009

Alberta no recuerda

Alberta ya no recuerda cuanto hace que se rompió su mundo, pero como no lo recuerda no le importa.
Alberta vive en una estación de tren abandonada, la vida quemó todos sus sueños y un buen día acabó con la mirada perdida andando sin dirección bajo la lluvia por aquella gris ciudad que ya no era suya ni tenía historia.
Alberta tampoco recuerda cuanto hace que vive allí, entre el polvo del abandono y los cristales rotos del relój que un día colgó de la pared del anden número dos.
Alberta despierta y se arregla, sin prisa, con una delicadeza que choca con el pedazo de espejo que usa y el destrozado despacho polvoriento donde duerme, parece que despeina aun más su larga y enmarañada cabellera, pinta sus labios con carmín rojo y se pone su larga bufanda azul y se coloca el viejo sombrero de paño amarillo que hace tiempo decoró con flores y sale a la calle a respirar. Le gusta el aire gélido de las mañanas de enero y la luz que se cuela entre las particulas de polvo que flotan en la estación. Ella se sienta a esperar que llegue el tren con su enorme sonrisa y los ojos muy abiertos llenos de vida y se queda esperando con su sombrero amarillo y su bufanda azul, a veces mira hacía el viejo relój que el tiempo rompió, como si mirase la hora calculando el tiempo que falta para su tren, luego pasan los niños con sus mochilas en dirección a la escuela, hay días que la insultan, a veces le tiran piedras, y Alberta sonrie.
El tiempo pasa y Alberta respira y Alberta sonrie y Alberta mira el relój...
Luego la señora Ana, que la conoce de toda la vida, llega a la estación y saluda  a Alberta. Alberta no la reconoce y la señora Ana, que estudió con ella en la escuela de las monjas, como cada dia se presenta, le dice que son vecinas, habla un rato con ella y Alberta le cuenta que parece que el tren tarda, lo espera para volver al pueblo, solo unos dias, quiere visitar a sus padres, hace una semana la avisaron de que el tio Antonio estaba enfermo, luego volverá, no puede dejar mucho tiempo el trabajo y a los niños. Ana con lágrimas en los ojos se despide y le entrega una fiambrera con comida, para el camino, y le desea suerte cuando se levanta y salud para el tio Antonio y se va.
El tiempo pasa y Alberta respira y Alberta sonrie y Alberta mira el relój...
Cuando oscurece Alberta no entiende porque el tren no llegó, y se levanta a buscar al encargado, y a estación esta vacia, solo ella y los gatos, se desconcierta entonces y sin enteder bien la razón llora desconsolada, luego se le pasa, regresa a la vieja oficina abandonada y se echa en el polvoriento sofá que hay al fondo, y se tapa con la roida manta gris que tiene alli guardada, cierra los ojos y el tiempo pasa y Alberta respira y en sueños Alberta sonrie y en sueños Alberta mira el relój...

 

2 comentarios:

  1. Cuando esperaba el "tren", diario escuchaba a la gente que creia conocerme y los miraba como desconocidos, ellos a veces me escuchaban y me daban provisiones y un poco de aire para respirar. Todos los nombres que salian de mis labios comenzaban con A, misma letra que dejo de existir en mi pluma y que elimino todos mis escritos, dormia en un sillon viejo y en los momentos de mas desesperación observaba el techo detenido y cubierto de estrellas desde el suelo frio. A falta de palabras, comenze a robar imagenes para poder hablar, esperando el día que volvieran las letras a mis manos. Un día encerrado en mi oficina mirando la pared descubri que ese tapiz movible es una ventana, y decidi salir a buscar una pluma para volar y escribir...
    Me encanta como escribes..

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  2. Alberta ya no tiene historia personal...

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