viernes, 20 de diciembre de 2013
En el jardín del Eden
Hay cierto tipo de locura que entra por los pies, que va subiendo lentamente y se apodera irremediablemente del ser...
Ella nunca había tenido nombre, él un buen día decidió borrarselo.
Por suerte ella había llegado hasta allí justo por dejar de ser y él en realidad nunca había sido.
Lo que pudo ser entre ellos no llegó a ser porque ellos no eran tampoco.
Así funciona este tipo de locura.
Muy a pesar de todo esto, ella y él se sentaban cada tarde al sol en el jardín. Y ellos simplemente se miraban, como si el otro fuera lo único con imagen en el universo.
En el otro extremo del jardín, Paul avanzaba agachado oliendo piedras y algunas ramas, la suya, era otro tipo de locura...
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